Banca y Finanzas

Y el particular se hizo banquero.

Amigo Jorge,

Una de las pocas ventajas, por decir algo, de las crisis económicas o de las situaciones de dificultad, está en que la necesidad agudiza el ingenio. Y son precisamente en estos momentos de zozobra, cuando las personas, movidas por una necesidad apremiante explotan toda su inventiva, su formación y sus contactos, con el fin de sacar adelante alguna iniciativa interesante.

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En otro parte del globo, y que muchos conocemos, donde la crisis económica es la norma y la bonanza la excepción, no es raro encontrar coches de los años 50 con ventiladores adheridos en el interior en sustitución del «avanzado» aire acondicionado o bicicletas de los 70 con un motor incorporado de «diossabequé» cacharro pero que de facto, la convierten en una útil motocicleta. Otro día te hablaré amigo Jorge de la enorme capacidad innovadora de las gentes de esta parte del mundo. Pero no hoy…

Porque hoy te vengo a comentar una bonita, interesante y, en buena parte, lógica respuesta ciudadana a la necesidad de financiación. Es una realidad que los bancos no prestan con la alegría de hace unos meses dinero a las cuasi-vampíricamente-sedientas-de-liquidez empresas y familias. Por otro lado hay particulares con un importante capital líquido deseoso de ser rentabilizado. Y finalmente, los tradicionales mercados que intentan aumentar la rentabilidad del ahorro como son el inmobiliario o la bolsa, digamos que no ofrecen ni las garantías ni la rentabilidad de antaño. Por tanto, la pregunta nace por sí sola ¿por qué utilizar ahora al más habitual de los canalizadores ahorro-inversión para trasladar este excedente de liquidez a quienes la necesitan?

Pues sí, amigo Jorge, las cifras atestiguan que si algo innovador nos ha traído la crisis es una recuperación de los préstamos P2P de persona a persona, ¡ni que estuviéramos en el medievo! 

En principio la premisa parece sencilla y fácilmente interesante para ambas partes: Fulano necesita dinero y Mengano tiene dinero dispuesto a prestarlo. En vez de pasar por el hasta ahora habitual filtro canalizador bancario Mengano le presta el dinero directamente a Fulano, y como «pasan del» principal intermediario ambos se ahorran su comisión de intermediación. Mengano obtiene una rentabilidad superior a la que le ofrecen los depósitos bancarios y Fulano paga un interés inferior al que le cobrarían en su oficina habitual. Además estas operaciones se realizan en régimen de concurrencia competitiva, por lo que el precio de la operarción, uséase el interés, ambas partes pueden negociarlo. La estadística de estas operaciones muestra que habitualmente el beneficio es de dos ó tres puntos de interés para cada uno de los implicados. Y así todos contentos ¿verdad?

He de decirte que me ha gustado constatar el auge del P2P, primero porque me agrada que la gente «innove» ante las necesidades, y segundo, ya que no hace mucho hablaste de este negocio como uno de los que alcanzaría mayores tasas de crecimiento en el futuro inmediato. No olvido tus razones: el auge de internet y sus inmediatos efectos globalizadores, la clara tendencia a la desintermediación financiera debido al mayor conocimiento del cliente medio y a la proliferación del uso de las nuevas tecnologías y, al por entonces más que posible empantanamiento económico. Aunque no tengo los últimos datos de 2008, no me cabe la menor duda de  que los ratios de crecimiento de estos préstamos P2P alcanzarán sobradamente los dos (no me atrevo a decir tres) dígitos en 2009.

Aunque a una pregunta siempre le sigue otra: pero… ¿es ésto seguro? Obviamente, la principal debilidad de este modelo está en saber qué pasaría en caso de impago. La realidad es que las webs especializadas en la P2P actúan como meros intermediarios; y más allá que unos muy útiles consejos y unas pautas de comportamiento en cuanto a exigencia de garantías y «scoring» del cliente, no actúan en absoluto como garantes del posible impago.

A pesar de los riesgos, que es obvio que existen, la tasa de impago de este tipo de préstamos ronda el 5%, porcentaje que se me antoja más que asumible para un inversor que disponga de suficiente liquidez, como para diversificar al máximo sus préstamos.

Es por ello amigo Jorge, por lo que animo a todo aquel ciudadano que tenga un exceso de liquidez disponible, o al que no vea manera de financiar su circulante, a acercarse a este tipo de compañías especializadas en P2P. Aunque no son la panacea ni mucho menos infalibles, sí entiendo que dan un servicio muy útil, moderno, y sobre todo innovador a las pymes y familias, y por ello recomiento, como mínimo estudiar su propuesta.

En este mercado de P2P Lending, han alcanzado gran notoriedad la americana Lending Club, la británica ZOPA, o la nacional Comunitae, aunque no dudo que existan o surjan muchas más.

Creo Jorge que es un buen ejemplo de innovación en tiempos de crisis, y por eso he querido comentártelo desde innover. Y la verdad es ¿quién le iba a decir hace unos meses a un anónimo particular que en breve podría ser banquero?

Un abrazo.

Foto: por cortesía de ruurmo.

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Ni un solo buen proyecto sin financiación (I).

Amigo Jorge,

Acabo de terminar de leer una interesante entrevista a Ángel Ron, presidente del Banco Popular y no he podido evitar la tentación de escribirte. En la entrevista se tocan obviamente varios temas de actualidad, destacando por encima de todos, la crisis financiera y la inflexibilidad de la banca a la hora de hacer llegar financiación a las Pymes y familias. En uno de los momentos de la entrevista comenta lo siguiente: «Potenciar el ahorro y mejorar la productividad es lo que tiene que hacer ahora el país, y los bancos deben acomodarse a esa situación«.

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No voy a entrar en este post en el debate de si se debe potenciar el ahorro. Aunque todos sabemos que el dinero es miedoso y que cumple una función clave en el proceso financiador de la inversión, no hemos de olvidar que más ahorro implica y menos consumo, y que el crecimiento económico español está fuertemente sustentado en la demanda interna. Pero no es el ahorro de lo que quiero hablar, sino de la continuación de la frase: «mejorar la productividad es lo que tiene que hacer ahora el país, y los bancos deben acomodarse a esta situación». Sinceramente Jorge, no podría estar más de acuerdo con esta sentencia; otra cosa es que los bancos se apliquen el cuento y se acomoden a la situación, tal y como reclama el presidente del Banco Popular.

Recuerdo haber aprendido en mis clases de Economía que hay dos formas básicas de incremento de la productividad: formación y tecnología. Y haciendo un ejercicio mental muy simple, se comprueba que estamos ante una verdad económica de perogrullo, casi axiomática: «Si estoy más formado o tengo mejor tecnología que mi vecino, seré capaz de producir más en el mismo tiempo, ergo seré más productivo».

Pues bien, precisamente ahora en época de zozobra económica estos dos pilares deben ser aquellos para los que nunca debe faltar financiación y para los que el Gobierno debe exigir que llegue el dinero concedidos a través de los avales estatales. Y cuando hablo de aumentar la productividad no solo me refiero a la de las empresas, sino tanto o más a la productividad de los trabajadores.

Están muy bien los planes de apoyo a los sectores bancario, construcción o automociónl… dan empleo a muchas familias y favorecen en varios puntos al PIB. Pero… ¿dónde están las ayudas en aquellas áreas que aumentan la competitividad de los trabajadores y PYMES en el medio y largo plazo? Me congratula saber que los ayuntamientos disfrutarán en breves fechas de un fondo de inversión pública de 8.000 millones de € para realizar proyectos que potencien el empleo «actual»; pero mucho me temo que estos fondos serán pan para hoy y agua para mañana ya que tengo la sospecha de que se invertirán en construcciones intensivas en mano de obra, aunque de poco calado productivo en el futuro. 

¿no crees amigo Jorge que estamos en un momento que exige innovación financiera para que no se quede ni un solo buen emprendedor con un buen proyecto sin financiación? A mí se me ocurre alguna que otra idea…

Un abrazo

Imagen: gonalvmar